"No conoceréis el miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí. Y cuando haya pasado giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Sólo estaré yo."
Filosofía de Runciter, homenaje a su autor Frank Herbert

miércoles, diciembre 21, 2005

  King Kong: una segunda opinión

- Reviews -
Otro año más Peter Jackson ha vuelto a lograrlo: nos ha alegrado las vísperas de las navidades con una buena dosis de su cine espectacular, épico y rezumante de cariño por el viejo y difícil arte de divertir y emocionar llegando al corazoncito del espectador a la vez que lo deja con los ojos como platos y la boca abierta por lo menos hasta año nuevo. Sigue leyendo para un análisis más detallado de las bondades (y algún que otro pero) del fenómeno indiscutible de la temporada. Pasen y vean a la octava maravilla del mundo diseccionada por un humilde servidor.

Se abre el telón y empieza el espectáculo con unas preciosas imágenes de la Nueva York de la Gran Depresión de los años 30. No podía Jackson haber elegido mejor inicio. En los primeros minutos se nos introduce en el mundo en el que se van a mover nuestros héroes y nos explican los condicionantes económicos y sociales que los motivarán. Necesaria y estupenda presentación, donde empiezan a salpicar las referencias y guiños al mundo del espectáculo, al cine y al vodevil, a las criaturas que lo pueblan, a la miseria y la picardía y al papel que tiene la diversión en tiempos difíciles.
Puesto el lienzo y perfilados los personajes, Jackson nos embarca con ellos a bordo de la Venture, que es donde aparece el primer pero de la película, ya que la duración de la travesía es algo larga. Cierto es que el viaje es utilizado para profundizar más en los personajes, no sólo en los principales sino también en los secundarios (mención especial a la muy bien traida referencia a El corazón de las tinieblas) lo cual es muy de agradecer ya que sirve para que el destino de estos personajes nos importe algo cuando veamos su vida puesta en peligro. Pero llega un momento en que da la sensación de que todo está contado y la situación se prolonga más de la cuenta, sobre todo porque a esas alturas todos estamos ansiosos de que llegue la chicha de la película en Skull Island.
Y vaya si llega. La presentación de los indígenas es brutal y son unos personajes que dan miedo de verdad. A pesar de otro gran problema que veo yo en el estilo de Jackson al abusar de la cámara lenta en algunas escenas, esta parte de la película es sobresaliente. La acción es apabullante y arrolladora, con un sentido de la aventura clásica pero llevada varios peldaños más arriba. Literalmente, no hay descanso para el espectador, envuelto en una montaña rusa bestial. El purista que hay dentro de mí puede que llegara a pensar que tanto exceso era demasiado, pero el niño que llevo dentro (y que, lo admito, suele salir ganando) pedía que nunca acabara la diversión. Es sin duda uno de los ratos más entretenidos que he pasado nunca en un cine y algunas de esas escenas quedarán escritas en los anales del cine de aventuras. Sin querer extenderme más en esta parte, mencionaré un par de puntos destacables: el personaje del cocinero encarnado por Andy Serkis, todo un regalo de Jackson al actor que dio vida a Gollum y que se encarga en esta ocasión de la expresividad y los movimientos de Kong; y la cantidad de detalles que emulan la película original con gran respeto y cariño por el clásico, desde la escena del tronco que cruza el abismo hasta ese pequeño gran guiño que hay en la forma en la que Kong juega con la mandíbula rota del abatido Rex. Como punto negativo, lo mucho que se nota en esta parte la mano de la tijera, no sólo porque se echara en falta alguna escena vista en los trailers, sino por algún corte que desestabiliza un poco la coherencia de la historia por la aparición o desaparición de algunos personajes. Fallos menores en todo caso que no enturbian en demasía lo divertido de esta parte de la película
Sin duda uno de los mejores aciertos que para mí ha tenido Jackson ha sido la forma de tratar la relación entre Kong y Ann Darrow (una preciosa Naomi Watts) no sólo porque las nuevas tecnologías y el estupendo trabajo de Serkis hayan hecho posible el Kong más creible de la historia, sino también porque la relación en sí es perfectamente asumible por el espectador. El paso de la bella a ojos del simio de ser un apetitoso bocado a ser su pequeño juguete saltarín y de ahí a su idenficación como un ser que merece su respeto y protección está muy bien traida, a la vez que es igualmente creible la reacción de Darrow hacia su captor primero, protector después y más tarde amigo, al sentir la empatía de la tremenda humanidad del gigante, capaz de los actos más bestiales pero también de apreciar la belleza y poesía en su entorno y de arriesgar la vida por ella.
Tras una gran elípsis, otro de los homenajes de Jackon a la película original pero que ésta, una película más extensa que se detiene más en los detalles queda un tanto brusca, pasamos al tercer acto de la película, de vuelta a la ciudad con el gorila capturado, su consabida liberación y encuentro de nuevo con la bella Darrow. Muy bonita la escena del reencuentro, fantasmagóricamente hermosa, que culmina en la escena del lago helado de Central Park, cuya belleza hace olvidar por unos minutos lo inverosímil de la situación.
Y de ahí a la esperadísima escena final, no por conocida menos impactante. Qué decir... perfecta. Perfecta la forma en la que se explota lo icónico del Empire State Building, perfecta la sensación de inevitabilidad en los acontecimientos, perfecta en la forma en la que están rodadas las escenas de acción, con una sensación de vértigo y de peligro atenazante, perfecta la fotografía... en fin, después de la avalancha de escenas de acción de Skull Island, lo mejor de la película y lo que más firmemente quedará grabado en la retina y en los recuerdos de los aficionados.
Aunque me dejo por comentar algunos aspectos importantes, como el buen papel que hace Jack Black, el discreto protagonismo del personaje de Adrien Brody o algún personaje fatalmente dibujado como el actor Bruce Baxter (que pasa de ser un cretino a un heroe para terminar siendo un cretino de nuevo sin solución de continuidad), creo que ha llegado el momento de terminar esta reseña. Recapitulando, creo que Jackson ha conseguido lo que deseaba: hacer una revistación del clásico que mantuviera la esencia del original, que aportara más profundidad a los personajes y que a la vez fuese lo suficientemente actual como para enganchar a toda una nueva generación de fans del género de aventuras fantásticas. La excesiva duración de algunas partes y ciertos defectos de estilo le hacen perder algún punto, así que el namurómetro dice:

Nota: 8'5